La obviedad…
Seguramente te has quedado anonadado, o anonadada, al momento de tratar de entablar una comunicación de acercamiento con algún adolescente conocido, y recibes una respuesta fría, cortante, desconcertante, resumida y tajante, en una sola palabra: “obvio”. Aunque no es culpa de dicho adolescente, lo que te quiere comunicar es que lo que le querías indicar como inicio de esa conversación de acercamiento “para romper el hielo”, ya era conocido para él y no representa un tema de interés. Recordemos que aún son niños en cuerpos más desarrollados, y no piensan como adultos. Cuando nosotros vamos en un sentido, ellos vienen de regreso.
¿De quién es la culpa?
Es difícil levantar el dedo acusador para señalar a alguien en particular: los padres, los profesores, los amigos, la televisión, el teléfono celular, la internet… Aquí me detengo porque todos somos culpables de esa tan nociva ruptura de comunicaciones intergeneracional. Como adultos, estamos “invadiendo” un área que según las nuevas generaciones les pertenece, ya que se consideran y son nativos digitales; sin embargo, tal invasión no existe, ya que no fueron ellos (los jóvenes actuales), quienes llevaron a la tecnología hasta los niveles en que se encuentra, sino la generación de adultos contemporáneos, que les puso en sus manos estas importantes herramientas para usarlas, y no para ser usados por ellas.
El tiempo valioso
Tratar de comunicarse hoy en día con quien “todo lo sabe” gracias a internet, es tarea difícil; sin embargo te propongo que hagas una sencilla prueba con algún adolescente que viva bajo tu mismo techo. Esta prueba consiste en pedirle que prepare un par de huevos fritos en la sartén; que prepare un jugo de la fruta que más le guste, y que prepare un sándwich… Tarea difícil que debe ser resuelta a través de tutoriales, o por medio de alguien más en la casa que le facilite la clave de cómo hacerlo. Difícilmente lo hará por su cuenta.
Por supuesto, a final de cuentas, el resultado será varios utensilios de cocina con residuos de la difícil tarea realizada, y un largo período de descanso encerrado en su cuarto por el gran esfuerzo y la gran presión al que fue sometido, período en el cual tratará de bajar los niveles de estrés, porque esa tarea no es de su responsabilidad, y la única forma de relajarse está a través de algún juego en línea, o chateando con sus amigos contándoles la horrible y desagradable experiencia vivida.
Como adultos responsables, vemos este tipo de situaciones como un hecho jocoso; nos sentimos victoriosos por haberle ganado una batalla a quien “todo lo sabe”, pero en el fondo debemos reconocer que existe una grave situación en esto: nuestros adolescentes confunden muchas veces el mundo virtual con el mundo real, y pasan más tiempo en el virtual que en el real, porque gracias a este se sienten realizados pero no saben afrontar muchas veces la realidad.
Sobre rieles distintos…
Sin duda alguna debemos reconocer que una gran mayoría de adultos contemporáneos andan sobre rieles muy distintos a los de las nuevas generaciones; nuestros rieles fueron hechos para el uso de locomotoras a vapor (en su mayoría), mientras que los rieles en los que se desplazan las nuevas generaciones corresponden a los utilizados por el “tren bala”, donde desarrollan altas velocidades. Intentar andar sobre rieles distintos puede traer consecuencias no deseadas, puede hacer que nos descarrilemos sin remedio. Más aún, cuando nuestras locomotoras a vapor corresponden a viejos modelos que solo se ven actualmente, en algunos museos.
La solución…
Ante esta disyuntiva, una solución simple y sencilla es tratar de compartir ese mundo virtual, buscando la manera de aparecer en él como uno de los tantos personajes que se convierten en el faro que guía los pensamientos, acciones y reacciones de muchos adolescentes. No está de más el trato amable (sin ser complaciente), un discurso firme (sin ser autoritario), y acciones que sirvan como indicativos de que nosotros también podemos y somos parte de sus vidas; además de que estamos allí, a su lado, para apoyarlos en el difícil proceso de pasar de ser niño, a un adulto sin traumas que pueda tener un futuro promisorio en todas las actividades que se proponga realizar: a fin de cuentas, todos somos responsables de su futuro.
Pataletas de adolescente
Una de las herramientas más usadas por los adolescentes es fingir estar sumamente enfadados ante cualquier situación que ellos consideren que les causa alguna molestia, o que interfiere con el uso y disfrute de una vida placentera que les proporcionen sus padres o representantes. Han aprendido (a través de la televisión y el cine), que sus habitaciones son un territorio en el que únicamente ellos ejercen la soberanía, y donde ninguna persona puede ingresar sin el debido permiso del rey soberano.
Por esa razón (por creer que las habitaciones son un territorio en el que nadie puede ingresar sin su permiso), muchos de ellos las mantienen en completo desorden, expresando su inconformidad con algunas de las reglas impuestas por los adultos, expresando algún descontento, y llegando muchas veces a representar algún tipo de trauma o situación a la que debe ponerse sumo cuidado (en algunos casos, con la ayuda de un especialista, de una persona ajena al núcleo familiar con el que pueda expresar con palabras las causas de su actitud).
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