Cuando escuchamos el término “devaluación”, automáticamente nuestra mente se traslada al ámbito económico, al sector monetario; y ello se debe mayormente a que estamos acostumbrados a ponerle precio a nuestro trabajo.
Estamos siempre enmarcados o encuadrados en una tabla de valores, en la que nuestros conocimientos y experiencia tiene un precio.
Pero, te invito a pasar a otro plano: vayamos al plano individual de cada quién, y hagamos una introspección retrospectiva (capacidad reflexiva inmediata de la mente humana para ser consciente de los recuerdos de estados mentales del pasado); en otras palabras, los invito a recordar, y responder la siguiente pregunta: ¿Cuál es tu precio?
Seguramente, te sentirás incómodo, o incómoda con esta pregunta; pero no te preocupes, no la contestes si no quieres. No es ninguna pregunta con un doble sentido. Surgirán de seguro varias respuestas. Hay quienes responderán que no venden su trabajo; otros dirán que no regalarán su trabajo, y otros simplemente responderán que no le tienen precio a su trabajo.
Cada una de las respuestas es correcta, ya que se producen bajo un ambiente de seguridad que nosotros mismos hemos construido con nuestro esfuerzo y dedicación, dentro de nuestros países de origen, o en los países que nos han dado cobijo, y nos han permitido crecer como personas y como profesionales de cualquier rama.
La identidad
Seguramente te preguntarás qué relación tiene nuestro trabajo con la identidad de los pueblos. La respuesta es simple: muchas veces se conoce, o se recuerda un pueblo, una ciudad, o un país, debido a que en él vive o vivió algún personaje importante de la historia. De allí, que no pasa desapercibido, gracias a su trabajo, a la labor realizada…a su legado y lo que representa para la humanidad.
Cada uno de nosotros es parte de una nación; y como tal, somos parte de un grupo de seres humanos que habitan dentro de los límites geográficos de un territorio. Un grupo humano único en el mundo, identificado con una historia común, costumbres, folklore, religión, una o varias lenguas, lo que conforma a su vez lo que conocemos como identidad.
Ante este elemento básico e indispensable para los pueblos que representa su identidad (local, regional o nacional), sin el cual, los pueblos tienden a desaparecer, hay detalles puntuales que merecen ser resaltados. Por ejemplo: el pueblo Sumerio es recordado por la escritura cuneiforme; los Egipcios, por sus construcciones monumentales, los Mayas, los Aztecas; y así, cada uno en particular.
Importancia de la identidad
Veamos cuál es la importancia de la identidad de los pueblos: a mi forma de entender, la identidad de un pueblo representa algo parecido a un reloj biológico, el cual marca el tiempo de permanencia de cada pueblo en particular, sobre la faz de la tierra, antes de ser desplazados o sustituidos por otros pueblos sobre el mismo territorio que estos ocuparon.
Aunque suenan un poco fuertes estas palabras, representan una realidad que no puede ser ignorada.
Las personas y los pueblos cambian, evolucionan, se transforman. Ese proceso de cambios genera un tipo especial de relación con su entorno natural, con el espacio geográfico que ocupan y con sus vecinos. Aunque sus características fisonómicas se mantengan, como producto de una herencia genética, los valores, las oportunidades, los recursos disponibles, sus necesidades y su historia reciente, cambian.
Cuando comenzamos a olvidar quiénes somos, de dónde venimos, a restarle valor y menospreciar lo nuestro, y le damos mayor importancia a lo exótico, estamos poco a poco contribuyendo a la desaparición misma de nuestros pueblos de orígen.
A través de la historia se conoce de pueblos que; a pesar del paso del tiempo, han mantenido invariables sus identidades, mientras que hay otros que en poco tiempo son desplazados por otros, a través de distintos medios.
Existen muchos medios y definiciones; cada una de ellas requiere de un minucioso y profundo estudio, dirigido por profesionales expertos.
Dependiendo de cada medio, surgen los métodos utilizados, los objetivos, el modo de afectación, el tiempo utilizado y los fines propiamente dichos.
Para hablar de cómo surgen y cómo desaparecen los pueblos, se requiere dedicar mucho tiempo y dedicación para el estudio de la historia y la cultura de los pueblos.
Te invito a estudiar la historia y la cultura propia de tu país y de tu región, para que descubras a través de dicho estudio, impactantes, extraordinarios e importantes detalles que te permitirán conocer sus orígenes.
Envíame tus comentarios. Te espero en una próxima entrega.
Hasta pronto.