Con estupor observo a diario algunos canales en los que se transmiten noticias sobre los estragos causados por diferentes fenómenos meteorológicos, erupciones volcánicas, terremotos y otros cuyas consecuencias afectan a millones de personas, animales y plantas en el mundo entero. Cuando analizo las causas que los originan, le asigno un porcentaje de probabilidades a la naturaleza, pero un porcentaje mayor de estas probabilidades a los seres humanos. El título de la presente entrega: los gritos ahogados se relaciona con tres posibles fuentes claramente identificables.
Primera fuente: la naturaleza, antes de ser intervenida.
Cada vez que el ser humano, en su afán de producir mayores riquezas incursiona y destruye espacios naturales con la finalidad de crear ciudades, extraer minerales o cambiar los usos de la tierra para fines agrícolas o pecuarios, despoja a estos suelos de una importante capa vegetal protectora; destruye una pujante planta química que transforma el anhídrido carbónico en oxígeno para nuestro propio bienestar y el de los animales, y despoja de su hábitat natural a distintas especies animales y vegetales, causando muchas veces su desaparición. La naturaleza, a través de las plantas y animales grita de distintas maneras que el ser humano no aprende todavía a entender.
Segunda fuente: los seres humanos.
Algunos grupos de seres humanos, conociendo las consecuencias de sus acciones en contra de determinados ecosistemas, alzan sus voces de protesta pero son ignorados a nivel global por las acciones de grupos poderosos política y económicamente, a quienes solo les interesan los ingresos económicos, sin tomar en cuenta el futuro de las generaciones venideras.
Tercera fuente: Los afectados.
De los grandes grupos humanos afectados directamente por los llamados “mega eventos” atmosféricos surgen gritos ahogados de quienes no son responsables de las intervenciones hechas por grandes grupos con intereses políticos y económicos. Esta fuente corresponde a quienes sufren las sequías, inundaciones, huracanes, aumentos o disminuciones de temperatura, destrucción de cultivos y hambrunas (a esta fuente ingresan los grupos humanos que no han contribuido ni son responsables de las causas que originan las innumerables pérdidas que les causa la furia de la naturaleza).
Cuarta fuente: la naturaleza después de ser afectada por las intervenciones.
En esta etapa encontramos los gritos ahogados de la naturaleza, pero ya en forma vehemente. Representa la etapa en que la naturaleza “a manera de castigo colectivo” desata su fuerza para hacerle entender a los seres humanos los graves errores en los que incurrieron al causarle daños, ya que somos parte de ella, y no sus dueños como muchas veces nos lo han querido hacer saber. Durante mucho tiempo hemos escuchado cada vez que en cualquier país del mundo es inaugurada alguna obra de envergadura, la siguiente frase: “el hombre ha dominado la naturaleza”.
Como seres humanos, nos diferenciamos de los animales por la inteligencia, y por el lenguaje; un lenguaje que no hemos logrado engranar aún con el que utiliza la naturaleza para indicarnos qué estamos haciendo bien a su favor, o qué estamos haciendo mal en su contra; además poseemos la capacidad de solucionar situaciones nuevas, lo que muchas personas interpretan como inteligencia. La tecnología no nos ha mostrado aún esa importante faceta que nos ayudará a ser más “inteligentes” con relación a la naturaleza, y permanecer como especie “dominante” según la idea errónea que durante muchos años nos ha sido presentada como una verdad: una verdad alejada de la realidad.
Espero que este tema de reflexión te permita ahondar en su estudio, y la importancia que representa.